sábado, 22 de septiembre de 2007

De mi padre, recuerdo...

Durante la guerra civil española, vivía arriba de casa un médico llamado Abelardo, cuya ideología política era de izquierdas. Se trataba de un hombre muy agradable, simpático y con mucha conversación.
Cuando terminó el conflícto bélico, vino la policía a detenerlo, y mi padre, junto con otros dos vecinos, fueron a testificar alegando que era una buena persona, incapaz de hacer daño a nadie, y que a las personas pobres (que eran muchas por aquel entonces) las visitaba sin cobrarles absolutamente nada.
El testimonio de mi padre, junto con el de varias personas más, sirvió para que dejaran al médico en libertad.

Recuerdo un domingo de misa, cercana ya la Navidad. En la homilía, el capellán sugirió que como buenos cristianos los feligreses que pudieran permitírselo invitaran a comer a alguna persona necesitada ese mismo día.
Conocíamos a una viuda que vivía casi en la miseria, y mi padre la invitó a comer en nuestra casa, aunque a ciertas personas no les pareció bien, pues nuestra economía era también más que precaria.

Tu hijo Ramón.

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