lunes, 24 de septiembre de 2007

Yayo Ramón

COLONIA FRESCA AROMA SUYO, MIRADA DE CRISTAL AZUL SU MIRADA, SUS CUENTOS IMAGINADOS Y SUS OBRAS ESCRITAS, PEQUENAS Y TAN GRANDES QUE ME HACÍAN FACILMENTE REIR O LLORAR, SU CAMISA BLANCA, LIMPIA, GRANDE, SUS PANTALONES SIEMPRE DEMASIADO CORTOS DE LOS QUE ASOMABAN ESAS EXTRAÑAS BOTAS DE CAMINANTE INCANSABLE, SU PALO BUSCADOR DE MIL PLANTAS PARA TISANAS, SU TÉ, RABO DE GATO, TOMILLO, ROMERO, ATADILLO DE CARIÑO Y QUE NO SE CANSABA DE ENSEÑARME, SUS CANTOS LÍRICOS EN EL COCHE DE VUELTA A CASA ME ASOMBRABAN TANTO O MÁS COMO SUS RELATOS DE VIAJES INCREÍBLES, QUE REALIZÓ CON SU PARTICULAR FORMA DE COMUNICARSE TANTO EN INGLÉS, FRANCÉS O RUSO... MÍMICA QUE FUNCIONABA UFFFFF VAYA QUE SÍ. Y MIS GANAS DE ESTAR MÁS CERCA, MIS CELOS DE SU CARIÑO PUES ERA SIEMPRE MÁS PARA ELLOS. NECESITARÍA MILLONES DE FRASES PARA PLASMAR MIS RECUERDOS, SÓLO APLAUDIRLE DE NUEVO POR SER COMO ERA. ESPECIAL.

Tu nieta Marieta.

sábado, 22 de septiembre de 2007

De mi padre, recuerdo...

Desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi padre como un hombre trabajador, honrado, autoritario, pero sobre todo, lo recuerdo como a un buen padre.

Tuvo tres hermanos; Francisco, que murió joven, Manolo y Jose. Los dos murieron antes que él.

Contaba que sólo tenía (al igual que sus hermanos) una camisa, y cuando le pedía a mi abuela que le comprara otra, ella le respondía que para qué quería otra si sólo tenía dos brazos. Decía que siempre le sobraría una.

Según me contaba, en su primer trabajo como pintor (que fue su oficio real durante toda su vida), empezó ganando una peseta, que fue corriendo con mucha alegría a entregarle a su madre; el fruto de su trabajo de una semana entera. Corría el año 1915.

Fue en casa de su patrono donde conoció a mi madre. Un buen día, estando en casa de mi abuela (ella consentía que mi padre entrara en casa sin que mi abuelo tuviera conocimiento de ello), se presentó éste a una hora fuera de lo habitual, así que lo escondieron debajo de una cama. Mi abuela, madre y tías (mi madre tenía 2 hermanas y 2 hermanos) trataron de hacer que el abuelo saliera de casa sin conseguirlo hasta una hora después, momento en que mi padre pudo, por fin, salir de debajo de aquella cama sano y salvo.

Durante el conflicto bélico entre españoles (1936-1939) lo destinaron a Murcia en la retaguardia.

El primer permiso lo tuvo en marzo del 37. Tres días antes compró 3 docenas de huevos y los hirvió. Compró serrín y los embaló para traerlos a Valencia sin que se estropearan. Vino tan flaco que mi hermana y yo al verlo no éramos capaces de reconocerlo. Mi hermana tenía 7 años y yo 5.

Procuró darnos la educación y alimentación según su economía, que no era muy boyante. Pero nunca nos faltó de nada.

Cuendo era pequeño (sobre 8 o 9 años) salía con mi abuela Dolores al centro de Valencia con una vaca (mi abuelo Francisco era labrador) y cuando llegábamos me dejaba hacer sonar el cencerro que llevaba el animal, que atraía a las mujeres con los cazillos lecheros. Mi abuela entonces ordeñaba la vaca para llenar de leche los cacharros.

Sobre los 18 años, acompañaba los fines de semana a mi abuelo (que tocaba muy bien la guitarra) buscando un público predispuesto. Al congregarlo la hacía sonar, y mi padre, que tenía muy buena voz, se arrancaba por bulerías, tanguillos y zarzuelas, para después, gorrilla en mano, pasear entre el público recogiendo algún dinero.

En una ocasión realizó unos trabajos extras de los que obtuvo un sobresueldo. Para celebrarlo compró jamón (de ese que sólo veíamos en los escaparates de las charcuterías) y nos puso 5 cortadas a cada uno. Cuando levaba comidas la mitad de ellas me puse a llorar. Mi padre me preguntó qué me pasaba y le respondí: ahora que puedo comer jamón no tengo más apetito. Fue algo que se le quedó grabado en la memoria para siempre.

Se quedó viudo a los 49 años y ya no se volvió a casar.


Tu hijo Ramón.

De mi padre, recuerdo...

Durante la guerra civil española, vivía arriba de casa un médico llamado Abelardo, cuya ideología política era de izquierdas. Se trataba de un hombre muy agradable, simpático y con mucha conversación.
Cuando terminó el conflícto bélico, vino la policía a detenerlo, y mi padre, junto con otros dos vecinos, fueron a testificar alegando que era una buena persona, incapaz de hacer daño a nadie, y que a las personas pobres (que eran muchas por aquel entonces) las visitaba sin cobrarles absolutamente nada.
El testimonio de mi padre, junto con el de varias personas más, sirvió para que dejaran al médico en libertad.

Recuerdo un domingo de misa, cercana ya la Navidad. En la homilía, el capellán sugirió que como buenos cristianos los feligreses que pudieran permitírselo invitaran a comer a alguna persona necesitada ese mismo día.
Conocíamos a una viuda que vivía casi en la miseria, y mi padre la invitó a comer en nuestra casa, aunque a ciertas personas no les pareció bien, pues nuestra economía era también más que precaria.

Tu hijo Ramón.

jueves, 20 de septiembre de 2007

De tí, yayo...

Recuerdo tu eterna alegría
Recuerdo tu permanente optimismo
Recuerdo tu inagotable energía
Recuerdo tu cabeza afeitada
Recuerdo tu predisposición a ayudar
Recuerdo tu silbato de entonar
Recuerdo tus carreras en invierno por el pasillo
Recuerdo tu paso ligero
Recuerdo tu presencia detrás de mí, observandome curioso, orgulloso
Recuerdo tus costumbres, casi obsesivas
Recuerdo tu habitación, con el buró que aún conservo con tanto cariño
Recuerdo tus tardes de futbol en TV compartidas
Recuerdo tus ¡y qué, y qué!
Recuerdo esas invitaciones a comer los domingos ‘de autoservicio’
Recuerdo ir de tu mano a mi primer partido de futbol en Mestalla
Recuerdo el paquete de pipas que me compraste para que no me mordiera las uñas
Recuerdo tus ánimos desde la banda en alguno de mis partidos
Recuerdo tu perfil a mi lado en el tablón de madera del circo
Recuerdo los viajes en que nos llevaste a descubrir ‘otros mundos’
Recuerdo tu protagonismo indiscutible en las excursiones del ‘Palleter’
Recuerdo tu mirada azul
Recuerdo que eras Tauro, como yo
Recuerdo muchas más cosas...

Y se te echa mucho de menos.

Tu nieto Jose.